6 – La flora

En el macizo de Larrún podemos observar un paisaje de páramos formado por hierba, líquenes, musgo, arbustos bajos como las aulagas, (aquí se llaman tuya, se utilizaban, entre otras cosas, para encender los hornos de cal) y diferentes variedades de brezo ceniciento, ciliado, de escoba o arborescente…

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El helecho águila tapiza las laderas de la montaña, en otoño le da unos colores inigualables.

Algunos árboles y arbustos resisten en el corazón del páramo, así es como encontramos por un lado o por otro el roble pirenaico, (especial en suelos ácidos), el castaño, el álamo, el olmo….

Unos metros más abajo de la cima, después de las abruptas areniscas y de las pudingas, aparece la falla de fresnos seguida de un hayedo que termina su camino en un riachuelo. Larrungo erreka, aquí las hayas han crecido formando un bosquecillo que sirve de refugio a las ovejas manex. En otoño este árbol produce fabucos comestibles que son particularmente ricos en aceite, atraen a jabalíes.

Se han introducido variedades de árboles extranjeros para reforestar el macizo de Larrún como el roble rojo de América, el castaño de Japón, (que resiste bien a la enfermedad de la tinta), el pino Douglas, el pino de Weymouth, la acacia… El ciprés de Lawson se utiliza como seto artificial.

La planicie de las tres fuentes (tres manantiales) es una gran turbera. Se trata de un biotopo muy particular en donde crecen esfagnos, musgos arcaicos con un enorme poder absorbente, y cuyas partes muertas, no se descomponen sino que forman una espesa capa esponjosa.

También se encuentra la drosera, (Rosolis, que significa rocío del sol), pequeña planta carnívora que aquí dispone de los suelos ácidos de la turbera para desarrollarse.

En el mes de mayo, la digital púrpura está presente en el macizo, es una planta tóxica, encierra digitalina utilizada en medicina para las afecciones cardiacas.

Terminamos con el azafrán, con su flor violeta y tres etaminas que aparece en los primeros días de otoño.