3 – Brujería

A principios del siglo XVI, Larrún, lugar de oración, se convierte en lugar de akelarres (Sabbat).

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El akelarre era una pretendida asamblea de brujas y brujos marcada por el culto al diablo. En 1609, el rey Enrique IV tuvo conocimiento de que algunos notables se quejaban, y envió a dos magistrados, uno de ellos era Pierre de Lancre, con el fin de sanear la aldea y reprimir los crímenes denunciados por brujería. Según él, brujas y brujos se untaban el cuerpo con “un ungüento preparado a base de sapos machacados en grasa de niños que habían muerto al nacer, pretendía que les daba el poder de volar por los aires, a caballo de una escoba para acudir al Akelarre. A las misas negras seguían comidas en las que los comensales no tenían otra ropa que el traje de Adán y Eva. Seguidamente se suceden las danzas y el akelarre: “la alegría de Satán es grande, triunfa el infierno; Sodoma no es nada, se queda atrás”. Al alba, la cima de Larrún ve partir a las brujas y participantes cabalgando sobre escobas voladoras, como Dominga Malatena, que “salta de lo alto de la montaña, hasta un banco de arena situado entre Hendaya y Hondarribia”. (Extracto del libro La Rhune – Larrún – Ediciones Sud ouest).

La represión de Pierre de Lancre fue la más terrible, en seis meses 600 personas fueron condenadas y quemadas.